miércoles, 12 de septiembre de 2007

Esperanza


A Rebeca, porque no estás sola...

Llegué al dolor por la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía).

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza ruego
por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

(José Hierro)

A mí me regalaron estos versos hace un tiempo, cuando todo parecía perdido, y mis pasos torpes, solo encontraban desierto "sin nada por delante, sin nada por detrás" durante tanto tiempo que se convirtió casi casi en la única tierra conocida... Pero el desierto también tiene sus bordes, y antes o después otro lugar llega.

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